Jean-Marc Ayrault |
En Francia, o primeiro ministro, Jean-Marc Ayrault, anuncia para dentro de tres semanas un decreto que volverá a estabrecer a xubilación aos 60 anos para os traballadores que empezasen moi novos a cotizar. Antes do 14 de xullo haberá en París unha “gran conferencia social” sobre o emprego, os salarios, as condicións de traballo, as xubilacións e a igualdade salarial entre homes e mulleres.
En Galicia, Alberto Núñez Feijóo defende a privatización do que el chama “núcleo duro” da sanidade, e descubre a pólvora dicindo que “non hai xestión privada ou xestión pública, existe boa xestión ou mala xestión”. Así nos vai aos galegos.
En España, outro galego, o presidente do Goberno, Mariano Rajoy, métese debaixo da saia de Angela Merkel e pónselle de xionllos, como lle dixo Luís María Ansón, para entregarnos á especulación do capitalismo ultraliberal e devolvernos ás relacións laborais preescravistas que houbo depois da guerra.
Calquera destes dous gobernantes galegos, un na súa propia terra e o outro en toda España, están usando as maiorías absolutas que lles deron as urnas para afogarnos na crise económica que non causamos precisamente os traballadores nin os pequenos empresarios. E non falemos xa do delirio neocon que lle ataca de vez en cando a outros gobernantes da dereita española, como é o caso da presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre.
Visto o que hai, non podería un preguntarse que vantaxes conlevou para nós o fracaso da invasión napoleónica? Perdemos a Ilustración e agora estannos facendo gañar, contra a nosa vontade, a precarización, o desmantelamento público e a perda do benestar. O patriarca José Luis Sampedro, nesa célebre carta que se lle atribúe dirixida a Mariano Rajoy, non terá razón no uso que fai dalgúns epítetos e adxetivos, pero esencialmente canta as verdades do barqueiro.
1 comentario:
Cuando Mariano Rajoy gana las elecciones y comunica sus intenciones de empezar con los famosos recortes en prestaciones sociales, se autofelicita con orgullo por ser capaz de tomar decisiones difíciles. La esencia de las democracias modernas, a saber, eliminar en lo posible las diferencias cada vez mayores entre riqueza y pobreza, a través de sus garantías contra las situacions de crisis (servicios sociales, tributación progresiva etc., se sustituye por un salvaje capitalismo que, siempre termina igual, acudiendo al mismo Estado para ser rescatados. Los derechos de los trabajadores ya no existen, volvemos atrás. Un joven en busca de trabajo puede darse por contento si encuentra un curro por horas en una Pizzería o en un Supermercado, cobrando lo que le quieran pagar y cada vez con menos posibilidades de mejorar, sin el mínimo futuro. Mientras, los que han originado este desastre, banqueros, se retiran con sueldos colosales que va a pagar el pobre desgraciado de la Pizzería y demás ciudadanos de a pié. Esta desigualdad cada vez más amplia e inmoral entre ricos y pobres tiene un peligroso efecto secundario, la autoalimentación, cuanta más desigualdad, se crea mucho más desiguales creemos que podemos ser, creando así una espiral difícil de solucionar. Acabamos convencidos que esto es una condición natural del funcionamiento del mundo, sobre la que cabe hacer poco o nada. Volvemos al mundo duro de Mandeville en su opinión los trabajadores no tienen nada que les induzca a ser útiles, más que sus necesidades, que es prudente mitigar, pero absurdo eliminar.Hoy, nuestros sentimientos morales estan absolutamente corrompidos. Hemos apostado por un capitalismo que acabará paralizado por la falta de confianza ( ¿hay algún banquero honesto? ¿Queda algú político que no se rija sólo por los beneficios de un contable?) esa falta de confianza que ellos han generado con sus fechorías. Ellos, lo máximos responsables de la hecatombe se van con sueldos astronómicos, mientras el chico de la Pizzería, el del Super y los demás pobres currantes pagan el agujero que han creado. ¿ Es esta una civilización o la cueva de Alí Babá? Que no hay dinero, lo sabemos, pero antes que los recortes sociales debería llegar la eliminación de instituciones obsoletas, políticos innecesarios con sueldos y privilegios que ni de lejos se merecen. Después de eso, que empiecen con los de abajo. Pura delincuencia es la que nos gobierna.
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