Carlos Vázquez, botado da Radio Galega

Coñezo e aprezo a Carlos Vázquez dende que era cura, aló polos tempos escuros da longa noite de pedra. Cultivamos el e máis eu a amizade persoal ata elevala ao cumio da irmandade andando o ano 1977, época na que el foi xerente da revista Teima e eu un humilde redactor desta publicación galega que por desgraza non logrou callar no paranorama comunicativo da transición política do franquismo á democracia.
Explico todo isto porque vou falar del. O día 1 de setembro Carlos Vázquez publicou un artículo de opinión no xornal coruñés La Opinión, titulado Cascos azules en la Radio Televisión Gallega. Podería presentar aquí un resume, pero coido que o lector atento agradecerame que o reproduza enteiro. Léano primeiro e logo cóntolles o que lle pasou ao autor por mor de publicalo.

Cascos azules en la Radio Televisión Gallega

Tienes toda la razón, querida Laila, el choque entre el Vicepresidente del Gobierno y un simple responsable de los informativos de la televisión pública, con el argumento de que el alto cargo del Ejecutivo es “minorizado” en los espacios informativos, huele a crisis política. Y esto no es normal. Cómo es un absurdo que el primer resultado del choque sea que una parte del Gobierno, en mezquina represalia por su presunta “minorización”, deje de facilitar información al medio público y que cuatro Consellerías, del mismo palo, muestren malestar en la misma dirección.
Comprendo, querida, tu pasmo y perplejidad porque resulta extraño que un Vicepresidente del Gobierno, como Anxo Quintana, se enfrente pública y directamente con Roberto Cid, que no es más que el Director de los Servicios Informativos de la TVG y que tiene por arriba, en el organigrama del ente público, a sus jefes: el Director de la TVG y el Director General de la CRTVG.
Sin embargo, amiga mía, esto, que parece raro, no lo es tanto porque, en la CRTVG, el organigrama es una mera ficción burocrática, que no tiene realidad política ni practica alguna. Por eso a Quintana ni se le ocurre resolver el asunto con el Director de la TVG que, mira tú, es de los suyos, sabedor de que Jesús Iglesias no tiene autoridad ninguna sobre su subordinado formal, el bueno de Roberto Cid. Es más, cuando, como parece, trata el Vicepresidente de implicar al Director General de la Compañía, Benigno González, no lo hace para llegar al tal Roberto Cid, sino para llegar con el problema al Presidente Touriño, porque sabe muy bien cuales son las posibilidades y limitaciones del propio Director General, que Quintana mismo contribuyó a establecer.
Con la CRTVG, en lugar de hacer una nueva ley de la compañía como habían prometido, se ha producido la lotizzazi’one, ese fenómeno, tan frecuente con los Gobiernos de coalición italianos, que viene a ser el reparto exhaustivo de todo el poder, de arriba abajo y sin espacios comunes. Y esta lotizzazi’one, en la CRTVG, ha devenido en una verdadera libanizzazi’one, donde no solo se confrontan los partidos coaligados sino todas las diversas fracciones, los señores de la guerra y el sursum corda. Hoy la CRTVG es un verdadero avispero donde se dan batallas, alianzas, traiciones, tensiones diarias, presiones y ajustes de cuentas, que casi siempre obedecen a guerras de poder inconfesables y exentas de cualquier nota de dignidad y nobleza.
Y si todo esto no ha saltado ya en mil pedazos se debe esencialmente a dos cosas. Una, que siempre hay personas y profesionales capaces de superar las peores condiciones y que encuentran espacios de colaboración en la legítima diferencia. Basta ver, por ejemplo, como la constante confrontación en la TV entre la Dirección y sus Informativos, no se da en la Radio entre su Dirección y sus Programas, siendo similares sus diferencias políticas. Y otra, el extraordinario papel de equilibrio que juegan la Dirección General, la Dirección Económica y la Dirección de Recursos Humanos, que son una verdadera fuerza de interposición, los Cascos Azules en este Líbano particular, que el Bipartito no ha sabido evitar.
Se impone abordar cuanto antes la nueva Ley del ente público, en la dirección que está en los programas de los partidos del Gobierno y que se recogió en aquella iniciativa legislativa popular, que el PP abortó. Es curioso, porque ahora Núñez Feijoo se queja, y con razón, de la misma medicina que los suyos aplicaron a fondo. A lo mejor aprende y ahora colabora en conseguir un ente público autónomo del Gobierno y plenamente libre de dependencias partidarias. Es el sueño de la normalidad, querida. Un beso. Andrés.

Despedido da Radio Galega
Dous días despois de aparecer publicado este artículo, Carlos Vázquez foi despedido como comentarista do programa da Radio Galega A Crónica, no que viña participando unha vez á semana dende hai máis dun ano. Tino Santiago, director do programa, díxolle que prescindía da súa colaboración pola sinxela razón de que o director da Radio Galega, Virxilio Costas, vetou a presenza de Vázquez en antena. "Dille que el sabe por que é. Non ten unha voz radiofónica", parece ser que foi o argumento do teórico mandamáis da Radio Galega.
Efectivamente, Carlos Vázquez non ten unha voz moi "radiofónica". Foi operado dunha grave enfermidade hai algún tempo e padece as secuelas conseguintes, pero dase a casualidade de que esa característica xa a presentaba cando foi chamado para colaborar na Radio Galega hai máis dun ano e, no tempo que pasou dende aquela, non se operou precisamente nin o miragre de que lle desaparecera a voz rouca nin a desgraza de que a cousa fose a pior.
Que é o que realmente mudou da voz crítica e solvente de Carlos Vázquez nos primeros días de setembro deste ano? A publicación do artigo de La Opinión que acaban de ler. Resulta que non lles gustou nada, pero nada de nada, aos que mandan actualmente nos medios públicos de comunicación galegos, e alguén pronunciou a frase: A ese que o boten. E botárono. Igualiño que con Franco ou con don Manuel, para que imos disimular.
Pero Carlos Vázquez, forxado na teoloxía da liberación primeiro, no marxismo despois e no realismo crítico sempre, non é dos homes que se calan ou que din que chove cando están mexando por eles. Volveu a agarrar a pluma e escribíulle unha carta a Virxilio Costas, director da Radio Galega. En vez de resumila e comentala, vouna reproducir tamén enteira. Para que os comentarios sexan postos polos lectores. A carta di o que segue a continuación:

Santiago, 4 de septiembre de 2007
Virgilio Costas Pumar
Director da Radio Galega
Santiago de Compostela

Ayer lunes, un Tino Santiago un tanto demudado, me informó de que tú, como director de la RG, vetaste mi presencia en las tertulias de tu emisora para la temporada que se avecina. “Dile que él ya sabe por qué es. No tiene una voz radiofónica”, dijiste. ¡Claro que sé por qué es! ¡Cómo no voy a saberlo! Lo que pasa es que Tino nunca me lee, y eso que es amigo. Mientras que tú, si la cosa salió de ti, o alguno de tus prebostes, de ser un mandado, sí leísteis mi artículo del pasado sábado en la contraportada de La Opinión, “Cascos Azules en la radio Televisión de Galicia”, donde analizaba, con un suave toque critico, lo que estáis haciendo con los medios públicos de este país. Virgilio, hay que ver lo que aprendiste en poco tiempo sobre esto de las represalias. Al represaliado y a su entorno debe dejárseles muy claro por qué se les castiga o reprime, porque si no la vendetta pierde su efecto ejemplarizante. Pero la ejecución debe “parecer un accidente” siempre, porque la versión oficial y la coartada son necesarias para garantizar la impunidad. De verdad, Virgilio, lo haces muy bien, pero no vayas a creer que la cosa es novedosa, que cada día que pasa, más “estoy sintiendo tu perfume embriagador”. Aunque puesto a ser sincero contigo, fíjate bien, hasta me malicio de que tu decisión-reacción no está exenta de ese miedo cerval, que hace al subalterno más papista que el papa y que también es muy frecuente en el modelo de relaciones de poder que estáis desarrollando en la RTVG. Afortunadamente, el asunto tiene poca importancia, que al fin y al cabo es sólo una tertulia y mi nada radiofónica voz, que sirvió la temporada pasada para invitarme y permanecer en el programa, no representa a ningún colectivo ni su ausencia va a suponer nada para el respetable. Lo peor es que emplees este mismo método con tus subordinados que se juegan retribuciones, horarios, condiciones de trabajo o incluso el puesto. Aquí si que estas prácticas pueden tener ya más importancia. Otra cosa es que un periodista, convertido en directivo de un medio público, se decida a separar de un programa o a vetar a alguien porque no le gusta lo que ha escrito, opinado o expresado con toda legitimidad. Esto sí que es un problema porque nos indica hasta que punto es cierto que el poder corrompe. Y corrompe mucho, porque toca cosas esenciales, aunque el poder sea tan poco y tan delegado y subordinado como el tuyo. Por eso, Virgilio, yo no puedo desearle a gentes como vosotros que lleguéis más alto. Son razones de seguridad de las libertades. Dado que nos podemos imaginar muy bien de lo que seríais capaces con cuatro gramos más de esa droga dura, que es el poder y el mando en plaza. En todo caso, no pienses que estoy afligido o cabreado. Al contrario, estoy muy feliz por poder comprobar que hay alguien que me lee, aunque seáis sólo tú y tus mandarines. Porque para un redactor circunstancial y bien modesto de artículos mediocres como los míos, sentirse leído e incluso ver que lo que escribes afecta a alguien, aunque sea para mal de uno mismo, no deja de ser una satisfacción y una cierta recompensa. En fin Virgilio, esto es una anécdota. Puede que significativa, pero anécdota a la postre, y ya pasó. Te escribo porque prefiero dirigirme a ti personalmente, más que por intermediarios u oscuros mensajes cifrados. Me aseguraré de que esta carta te llega y, no te reocupes que yo explicaré lo que pasó a quien me pregunte, dejando claro lo del articulo, para que la gente se aperciba, y lo del accidente, para que te quedes tranquilo. Un cordial saludo. Carlos Vázquez

Eu só vou facer un comentario: Derrotamos para isto electoralmente a Manuel Fraga Iribarne? Que nin sequera é verdade que o derrotásemos. Imos de vitoria en vitoria ata a derrota final.